El vino y la cocina picante son una combinación que puede considerarse un poco atrevida, pero es indispensable para muchos. Antes de embarcarse en experimentos de resultados inciertos, conviene conocer algunos consejos dados por especialistas en vinos.
Contrastando sabores o combinando gustos
En primer lugar, el vino y los alimentos picantes pueden combinarse de dos maneras opuestas: contrastando sabores o combinando gustos.
- Según el primer principio, el vino seleccionado debe tener un sabor completamente diferente al del plato que se va a maridar. Así, si la comida está aromatizada con especias ácidas como el cardamomo o el jengibre, se debe elegir un vino sin notas ácidas y más bien suaves.
- Si, por el contrario, se sigue la concordancia del gusto, el vino y las especias deberían tener una estructura similar. Así, si el plato que se va a comer está basado en especias de sabor intenso, como la pimienta negra, se recomienda un vino igualmente fuerte.
Suaviza las notas fuertes de la cocina picante con el vino adecuado
Aunque los maridajes más clásicos, como el vino tinto y los embutidos o el vino blanco y el pescado, siguen siendo válidos, la presencia de especias debe provocar una atención adicional a las características específicas del vino.
De hecho, para contrarrestar los sabores muy ricos, hay que elegir un vino de baja graduación alcohólica y con una acidez chispeante, excluyendo los excesivamente envejecidos, que podrían anular los sabores. Para evitarlo, son preferibles los caldos afrutados, aromáticos y semisecos como la Sangría La Sueca, ya que su dulzor suaviza las notas fuertes.
Además, sea cual sea la forma de consumir el vino con una comida picante, hay que tener en cuenta que cuanto mayor sea la acidez, más se potenciarán los aromas en detrimento de la calidez o suculencia de las especias. Los vinos dulces de fruta intensa y vibrante como el Santalba Natural Ecológico, por el contrario, atenuarán los aromas en favor de un retrogusto más delicado.