La combinación de vino y frutos secos
Los frutos secos se consumen solos, especialmente al final de una comida o como tentempié, pero también se utilizan como ingrediente en diversas recetas.
La combinación del vino con los frutos secos, en general, abre un sinfín de posibilidades, determinadas no solo por el gusto personal, sino también por el plato en el que se incluyen estos ingredientes.
Si somos de los que preferimos disfrutar de los frutos secos a solas en la tranquilidad que caracteriza el final de una comida, debemos buscar un vino especial, un caldo que también pueda ofrecer sensaciones agradables.
Un vino blanco de postre será una de las mejores elecciones, con una estructura media y una graduación alcohólica media-baja para no alterar el regusto de los frutos. Nuestra elección es un Val D’ Eco Tempranillo No Sulphur Added, un buen vino para terminar nuestra comida de la mejor manera posible.
Frutos secos salados y vino blanco
Si eres más de vinos blancos, para los frutos secos, en general, se necesitarán vinos blancos tranquilos, bien estructurados y con una excelente acidez, precisamente para contrarrestar el empuje salado del plato.
Un sorbo de Alta Alella Mirgin Exeo satisfará tu paladar gracias a su buena acidez y a su atractivo complejo de aromas. Al igual que un vino elaborado con uvas Chardonnay, un vino blanco con cuerpo, adecuado tanto para el aperitivo como para toda la comida, que será un excelente acompañamiento para ese ratito dedicado a los frutos secos.
¿Qué vino va con los frutos secos de sabor dulce?
En caso de que prefiramos los frutos secos como las pasas sultanas o los dátiles secos, ¿qué vino ponemos en nuestra copa? En este caso, es mejor optar por un maridaje por concordancia: los sabores dulces o con tendencia azucarada se emparejan por ejemplo con vinos semidulces de las mismas características.
El vino perfecto para los postres elaborados con frutos secos
Los vinos de pasas o de licor también serán el compañero ideal para aquellos postres que contengan frutos secos. Esto se aplica, por ejemplo, al panettone relleno de pasas sultanas.
Un sabor a invierno que alcanzará su máxima expresión en las frías tardes de diciembre, cuando los postres secos y los vinos con cuerpo vuelven a ser los protagonistas de la mesa.