¿Cuáles son las características de un vino blanco Crianza?
En los últimos tiempos se ha comenzado a explorar con procesos de crianza en barro o incluso en cemento. En estos casos, los aromas originales del vino se mantienen más estables. De esta forma, y tal como sucede con los vinos tintos, el resultado es un elixir con características más exóticas y elaboradas.
Las notas de cata de los vinos blancos de crianza los definen como elegantes, con tonos de madera en sus aromas y su sabor. El color suele ser más intenso, casi dorado, con ligeros matices verdosos.
En cuanto a su sabor, este es ligeramente más ácido que los vinos blancos jóvenes. Con tonos especiados y una concentración de taninos que se deja sentir. Por supuesto, la uva está presente, pero no aparece sola, se acompaña con otros sabores, como en el caso del Berarte Fermentado En Barrica que se expresa con notas de especias, hierbas y manzana verde.
Para el aroma encontramos que se pasa a los matices más maduros, adquiriendo esos aromas que son un sello en todos los vinos de crianza, como miel, productos de panadería y frutos secos. En ambos casos, olor y sabor, nace una persistencia que perdura en los sentidos de manera sutilmente embriagadora.
¿Con qué se puede maridar un blanco de crianza?
Los vinos blancos crianza van muy bien de la mano con los pescados y frutos del mar. También se pueden combinar con arroces y paellas perfectamente. Algunos expertos recomiendan este tipo de vino para servir con platos de Asia y carnes blancas.
Gracias a sus nuevas propiedades, sus posibilidades dentro de la gastronomía se amplían considerablemente. Lo cual es una suerte, ya que el vino blanco joven ofrece una gran variedad de opciones para acompañarlo en la mesa.
¿Cómo se sirve un vino blanco Crianza?
Para servir correctamente un buen vino blanco Crianza, lo primero que debes revisar es la temperatura. Este estará entre 10 °C y 12 °C, permitiendo mantener la sensación de frescura y acentuar sus características.
La copa es de boca ancha, pero no tanto como las de vino tinto, además el fuste es ligeramente más largo para mantener la temperatura de la bebida, evitando que esta se caliente al contacto de la mano.
El proceso de añejamiento por el que ha pasado el vino blanco Crianza le otorga propiedades que le ayudan a envejecer con gracia, especialmente porque las uvas que se han seleccionado para su preparación tienen una calidad óptima ideal para la preparación de este caldo. Por eso, algunos de ellos pueden consumirse hasta 7 años después de su elaboración.