Vino biodinámico, ¿qué significa?
Todo comienza con Rudolf Steiner quien dio origen a la filosofía de la agricultura biodinámica, la cual consiste en respetar el proceso natural y reconocer las granjas, cultivos y bodegas como un conjunto, cuyas partes se interrelacionan.
El vino biodinámico nace entonces de una uva que crece retornando a las fórmulas libres y naturales, respetuosas con medio ambiente e incluso, sanadoras de la tierra. No se pueden usar pesticidas y químicos para el control de plagas y el suelo se abona sólo con compost natural.
Como resultado, se obtiene un fruto fresco, auténtico y sobre todo, mucho más natural. Este se utiliza para producir un vino que continúa por un proceso de crianza con la misma ideología, abrazando los procesos naturales, para que finalmente se obtenga un producto mucho más sano.
Cuáles son las características del vino biodinámico
El vino biodinámico tiene un sabor más natural, al estar libre de químicos y presentarse sin clarificar su textura tiene una personalidad que refleja la de su hogar. Su aroma es determinante, inolvidable, con toques que lo hacen único. Tal como sucede con el vino submarino, una copa de estos, es una experiencia irresistible.
Los expertos aseguran que estos caldos son claramente diferenciables de los otros, ya que al degustarlos se puede notar que tanto el cultivo de la uva como la crianza del vino se han hecho respetando el ritmo natural de las cosas.
El proceso de crianza de estos vinos también respeta las tradiciones y los procesos más naturales, después de recoger las uvas manualmente y seleccionarlas una por una. Es un trabajo que quizás es más exigente, pero realmente merece la pena cuando se puede apreciar el resultado.
¿Cómo se elabora el vino biodinámico?
Para lograr un vino biodinámico se comienza por respetar el ciclo natural de los cultivos. Esto significa que se usa el calendario lunar y se toma en cuenta, incluso, la ubicación de los planetas. Esas fechas muestran los días ideales para podar, regar y finalmente recoger la cosecha. Incluso marcan espacios en los que se deja descansar la parra para que esta produzca tranquilamente su fruto.
Estos mismos días se toman para establecer el mejor momento para la cata, valiéndose de los elementos de la naturaleza para afinar los sentidos y permitir que la degustación de aromas y sabores se aprecian mucho mejor. A saber estos días son:
- Días de raíz: son ideales para realizar la poda. Sin embargo, no se recomienda hacer la cata estos días, ya que las propiedades del caldo se minimizan y no se aprecian en absoluto.
- Días de hoja: es cuando se riega la planta, preparándose para crecer. En cuanto a la cata, solo algunos vinos blancos muestran sus sabores, por lo que tampoco es realmente el momento adecuado.
- Días de flor: Es cuando se respeta el momento del crecimiento de la planta, por lo que se le da su espacio para que produzca la fruta. Para la cata es un momento vacío, en caso de efectuarse, se perdería mucho de las propiedades reales del vino.
- Días de fruta: Es momento de recoger la cosecha, celebrar y por supuesto, catar un buen vino que ofrecerá sus mejores sabores y aromas.
Como puedes apreciar, todo va de acuerdo a un ciclo natural, respetando el tiempo de cada momento. Al final, se obtiene una uva que ha madurado a su ritmo y obsequiará un vino irrepetible como ella. Cada cosecha madura a su tiempo, de acuerdo a las diferentes condiciones, por lo que jamás serán iguales, así como sus caldos.